Peonia Blanca
Louisa May Alcott alguna vez dijo que el mundo está lleno de mujeres tímidas y tranquilas, sentadas en rincones hasta que alguien las necesita y que viven para los demás tan alegremente, que nadie se da cuenta de los sacrificios que hacen hasta que el grillo del hogar cesa de chirriar y desaparece el dulce rayo de sol, dejando atrás silencio y sombra.
Hoy, 8 de marzo en el día internacional de la mujer y en antesala de elecciones, me gustaría aprovechar la oportunidad que se me brinda para abordar sobre la inclusión política que tienen las mujeres en el país, ¿En qué medida la palabra inclusión está particípe en la democracia y en criterios de calidad de libertad, igualdad, transparencia y deliberación?
En el mundo y en México hay muchos estudios que revelan la poca participación de la mujer en la política. Sin entrar en los detalles de estos estudios, dado que este no es el tema de este aporte, conviene recordar, que la mayoría de ellos han expuesto cómo la monopolización masculina del poder político no se construye desde el individuo, sino que muchas veces aspectos psicológicos y sociales de las mujeres las mantienen en exclusión de los mecanismos político-institucionales que resulta en una exclusión de los propios sistemas.
El liderazgo de las mujeres y su participación en la vida política se ven amenazados en todas partes. Las mujeres están infrarrepresentadas tanto como votantes como en puestos de liderazgo, en asambleas electas, en la administración pública o en el sector privado o académico. Y esto a pesar de sus habilidades, que se han demostrado muchas veces, como líderes y agentes de cambio, y a pesar de su derecho a participar por igual en la gobernabilidad democrática.
Las mujeres enfrentan dos tipos de obstáculos en su camino hacia la participación política. Por un lado, los obstáculos estructurales provocados por leyes e instituciones políticas que no apoyan a las mujeres de la forma debida y solo lo hacen para presumir ante los medios que son instituciones inclusivas. Por otro lado, debido a la falta de recursos, las mujeres tienen menos probabilidades que los hombres de recibir capacitación, establecer contactos y beneficiarse de los recursos necesarios para convertirse en líderes exitosas.
Esto no es un problema que suceda solo en México, en todo el mundo hay mujeres tímidas y tranquilas, sentadas en rincones que nunca son llamadas a la lucha por la democracia. Las mujeres siguen estando en gran parte ausentes de la esfera política, a menudo debido a la discriminación a la que puedan ser expuestas por los demás, incluso de otras mujeres ¡Llamémoslo por su nombre! son prácticas sexistas discriminatorias que, sumado a comportamientos y estereotipos, bajo nivel de educación, poco acceso a la atención médica y que se ven mucho más afectadas que los hombres por la pobreza les restan interés en participar en la política.
Algunas logran superar estos obstáculos y, a menudo, por el bien de la sociedad deciden ponerse de pie, respirar profundamente y alzar la voz, para decir: “Aquí estoy, estoy luchando por mujeres como yo y las que están por venir. Mis intereses son las de todas y voy a representarlas”.
Así que no se trata de si las mujeres son más capaces que los hombres o si son mejores que ellos para gobernar. Más bien, se debe buscar la participación de las mujeres para resolver situaciones de conflicto es un aspecto del derecho a la participación en pie de igualdad. Es un requisito previo para que se tengan en cuenta las necesidades y preocupaciones de la sociedad en su conjunto.
Así que, sí eres una mujer que actualmente ostenta un cargo de gobierno o está luchando por uno en los comicios electorales de este 2021, te invito a que luches por esa paridad de género por el bien común, por la participación de más mujeres y porque las niñas y mujercitas tímidas y tranquilas sueñen con un mundo mejor, y quizás sueñen con convertirse en la próxima presidente de la república. Cuidemos ése sueño…