Por María Nava

Hoy en día, el mundo enfrenta un desafío mayor que nunca antes, ya que la pandemia de COVID-19 amenaza con deshacer años de progreso en la erradicación de la pobreza, al mismo tiempo que exacerba las desigualdades preexistentes y expone la fragilidad del sistema de administración de los gobernantes.

Marco Mena afirmó en su V informe de gobierno estar haciendo bien su trabajo en materia económica, pero la evidencia muestra un rápido deterioro del bienestar y del progreso social, a pesar de que considera haber disminuido, al menos, un 50% la cantidad de pobres en Tlaxcala. Las preguntas de fondo son importantes: ¿Por qué entonces las cifras oficiales lo desmienten?

De acuerdo a información vertida por la Secretaria de Bienestar, Tlaxcala comenzó el año con 41 mil 747 personas en pobreza extrema, 604 mil 14 en pobreza moderada y 381 mil 951 que es vulnerable por carencias sociales. Asimismo, el Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2021, publicado en el Diario Oficial de la Federación (SDOF), a cargo de la Subsecretaría de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional de la Secretaría de Bienestar, se tienen registradas a 205 mil 166 personas no pobres ni vulnerables, así como 101 mil 925 tlaxcaltecas vulnerables por ingresos insuficientes para su subsistencia diaria.

Para quienes viven en la pobreza extrema, la mayor preocupación no es el virus. Los efectos de los bloqueos, la pérdida de puestos de trabajo y las perturbaciones económicas han afectado de manera desproporcionada a las comunidades extremadamente pobres y marginadas. Los indicadores de carencias sociales en la entidad precisan que 175 mil 86 personas se encuentran en rezago educativo, 183 mil 357 no tienen acceso a los servicios de salud, 904 mil 795 sin acceso a seguridad social, 116 mil 316 no tienen calidad ni espacios en sus viviendas, 135 mil 220 sufren de servicios básicos en sus hogares y 270 mil 110 tienen dificultades de acceso a la alimentación.

A pesar de los fallos, Marco Mena ignora la realidad ante sus ojos, como los datos del Coneval sobre el aumento de la pobreza extrema en el estado, donde se explica que Tlaxcala registró en 2018 51.0% de pobreza y para el 2020 incrementó un 59.3%. ¿Existen otros datos? El dilema quedará en el aire, pues ahora mismo todos los ojos están puestos en el cambio de gobierno, y será un desafío que herede Lorena Cuéllar.

 Las soluciones como las intervenciones holísticas contra la pobreza y las evaluaciones rápidas tienen más probabilidades de ser efectivas cuando los gobiernos tienen una buena estructuración en sus modelos económicos, algo de lo que careció la administración de Marco Mena.

La estrategia de Marco Mena se centró en programas de desarrollo social, no obstante, los resultados no cambiaron sustancialmente ni mejoraron la condición en la que viven los ciudadanos. Sin embargo, el dinero por sí mismo no resuelve el problema, hay que saber administrarlo.

Tlaxcala es, sin duda, más pobre al final del mandato de Marco Mena. Habiendo socavado su red de seguridad social, el gobernador privó al estado de armas cruciales en la lucha contra la pobreza, en un momento en que una crisis de salud sin precedentes la hizo crecer.

El reto para el nuevo gobierno será apostarle a un cambio de paradigma en la relación que guardan el crecimiento y el bienestar, con la mente abierta y la caja de herramientas en la mano. Si la gobernadora electa quiere reducir la desigualdad deberá crear condiciones para que aumente el crecimiento económico y con ello la generación de empleo, y deberá comenzar a evaluar el impacto de su política social de forma seria y sostenida.

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