Everardo Solís Palma

Hasta antes de la Semana Santa, la carrera de Lorena Cuellar Cisneros hacia la gubernatura parecía imparable, su círculo cercano y los partidos políticos que la postulan se pavoneaban ante una segura e indiscutible futura victoria, la candidata hacía planes ante su inminente triunfo y en torno a la Alianza todo era confianza y alegría, pero…

El escenario en el proyecto “juntos haremos historia” cambió drásticamente de un día para otro y de la algarabía se pasó a la preocupación. La aparición de una confusa e incierta lista de futuros candidatos a las 60 presidencias municipales de Tlaxcala hizo tambalear las aspiraciones de Cuellar Cisneros y por un momento el estupor y la incertidumbre se apoderaron de esa candidatura mientras los actores simplemente no supieron qué hacer.

De emergencia salió a dar la cara un perfecto desconocido que al tratar de explicar el porqué de esos nombres propuestos por MORENA no dijo nada coherente. Sus declaraciones aumentaron el desconcierto y la molestia de los aspirantes municipales que poco a poco iban transformando en ira. Llegó al quite el diputado federal Rubén Terán Águila que balbuceó justificaciones y aumentó las dudas. Habló mucho, pero dijo poco, sus palabras poco o nada calmaron la ansiedad y el enojo de los morenistas en todo el estado. El daño ya estaba hecho.

Sus intervenciones, poco afortunadas y confusas, fueron hechas demasiado tarde. La dirigencia estatal de MORENA dejó pasar mucho tiempo antes de emitir un comunicado poco claro que abonaba al desconcierto y coraje de quienes, para ese momento, ya se sentían traicionados, que ya se decían burlados. De la casa de campaña y de la candidata nada salió, o muy poco se dijo, a grado tal que esa actitud se interpretó como la consumación de la traición. El daño se hizo más evidente.

Con el paso de las horas lo único claro fue que todo estaba patas arriba, que nada estaba claro pues, por un lado, se decía que esa lista de palomeados candidatos no era oficial, pero por otro, se aseguraba que no había marcha atrás, que la dirigencia de MORENA o al menos que quienes toman las decisiones ya habían determinado a quiénes serían sus candidatos en los municipios. Con el paso de los días pudieron haber hecho cambios, pero eso ya en nada pudo haber cambiado el sentimiento de abandono y traición de los que no salieron en las listas. El daño ya no podía revertirse.

Y es que el estupor surgió al saberse quién, para la dirigencia de MORENA, eran los elegidos, producto de una supuesta encuesta. En algunos municipios la nominación resultó algo más que un absurdo y una burla. Se sabía que en algunas ciudades había de dos a cuatro posibles pues su trayectoria, experiencia, aceptación y proyecto los hacían idóneos y resulta que la candidatura recayó en perfectos desconocidos y ciudadanos sin carisma ni identificación social. El daño empezaba a convertirse en rencor.

Con el paso de los días se consolidaba la seguridad de que esa lista sí era la oficial y de que el partido a nivel nacional y estatal se había burlado de quienes merecidamente o no, creían merecer la candidatura a la presidencia municipal. Y se empezaron a tejer las venganzas, a buscar la forma de hacer pagar la afrenta, a tratar de hacer entender a quienes tomaron la determinación que hicieron exactamente lo que no se debe hacer. Así fue como la fuga de morenistas empezó, como inició para MORENA una diferente historia en las elecciones de este 2021.

Como desde el partido en el poder federal se negó a rendir explicaciones a los frustrados aspirantes, como no los llamó a una reunión para justificar o razonar las determinaciones, los hombres y mujeres burlados empezaron una campaña en contra de MORENA y su candidata a la gubernatura, Lorena Cuellar Cisneros pues la hacía responsable o autora de esa lista. Decían que nadie más que ella fue la que palomeo a quién sí y quién no, sin decir por qué sí y por qué no. Tarde, muy tarde, un dirigente gris salió a decir que la candidata nada tuvo que ver con las decisiones de las listas. Ya para qué: el daño ya está hecho.

Así es que hasta antes de la Semana Santa había una seguridad casi al cien por ciento de que Lorena era la futura gobernadora. Y no sólo porque las encuestas así lo dijeran, sino porque en el tianguis, en la combi, en la tortillería y en el molino de nixtamal así lo decía la gente. Se sentía en el ambiente… pero luego de ese amargo episodio, la fotografía del momento señala que tal vez ya no sea así, que ya no hay seguridad ni garantía de que juntos vamos a hacer historia.

En los equipos y entre los simpatizantes de aquellos personajes que fundaron MORENA, que se disciplinaron, que tenían la simpatía social, que hicieron méritos y tenían trayectoria y proyecto hay un sentimiento de frustración y rencor que se piensan cobrar muy caro y juran que van a revertir su apoyo hacia Lorena y lo van a dirigir hacia otro lado… ¿hacia Anabell?, ¿Hacia RSP? Da igual, el daño ya no podrá ser frenado.

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