Por Gandhi Vázquez
Pareciera contradictorio que de lo que más estamos orgullosos como personajes de una nación, desde tiempos ancestrales, sea hoy por hoy, uno de los factores que más tememos y más desconocemos. Desde hace cientos de años, desde las culturas mesoamericanas, la serpiente ha sido relacionada con diversos símbolos desde los militares hasta los religiosos, deidades tanto femeninas como masculinas, Coatlicue la diosa de la falda de serpientes y madre de todos los dioses, así como Quetzalcóatl y Kukulkán, la serpiente emplumada, en ambas culturas, mayas y mexicas, la víbora de cascabel se relacionaba con el inframundo, como un vínculo entre los vivos y los muertos. Sin duda uno de los animales que más ha sido representado en los cuatro puntos cardinales de nuestra nación, lo podemos encontrar en restos arquitectónicos, en frescos, en relatos, en historias, pero sin duda, el ícono más importante y que sigue representado, es el de nuestro escudo nacional, cuyo relato nos dice que Tenoch, buscaba a la señar del águila posando sobre un nopal y devorando a una serpiente, que muy probablemente se trataba de la víbora de cascabel con nombre científico Crotalus molossus.
No fue hasta la llegada de los imperios que conquistaron meso y Aridoamérica, el norte y el sur del continente, que las historias para desprestigiar a las serpientes fueron haciendo que incluso después de venerarlas, les tuvieran tanto miedo a tal grado de no poder ver una cerca y viva.
Existen serpientes en todo el mundo con excepción de la Antártida, pero especialmente en México encontramos a un país privilegiado por contener gran parte de la diversidad mundial, la posición entre dos océanos, así como las dos regiones Neártica y Neotropical y si le sumamos el relieve y climas, dan una gran variedad de flora y fauna que permiten también tener una gran diferencia de especímenes. En el mundo existen aproximadamente 3,700 especies de serpientes, y México cuenta con cerca del 11%, es decir 393 especies y 210 de ellas son endémicas, es decir, solamente se distribuyen geográficamente dentro de nuestra extensión territorial, y aunque a pesar de que hay historias de varios lugares del centro del país que involucran a esos peculiares seres, actualmente la distribución se encuentra mayormente en los estados de Veracruz, Oaxaca y Chiapas. Y lo más importante de todo el número de serpientes que mencioné recién, sólo 78 de ellas, que son parte de las dos familias Elapidae y Viperidae, son venenosas.
Muchas veces pensamos que lo que está hecho para otras cosas, está dirigido a dañarnos, lo hemos visto desde las mandíbulas de las hormigas, los colmillos de los depredadores felinos y cánidos, aguijones de abejas y avispas, etc. Y en este caso con el veneno de los reptiles. Sin embargo, el origen del uso de esta herramienta natural tiene un origen evolutivo que viene desde el esfuerzo que implica a las serpientes la búsqueda de alimento y caza y los complejos mecanismos de defensa de los que suelen ser las presas, todo esto llevó a que las serpientes pudieran tener glándulas especializadas para producir veneno y sus colmillos modificados para liberarlo.
Ya que está presente, el trabajo, esfuerzo y energía que implica producir el veneno es mucho en los también llamados ofidios, y es por ello que lo utilizan casi de forma exclusiva para su alimentación ya que ayuda a paralizar, matar y digerir a la presa, sin embargo, también es una herramienta que funciona como mecanismo de defensa, es de entender que las serpientes no distinguen entre un peligro “real” y un descuido que puede ser simplemente caminar por sus territorios o lugares de vivienda algo que suele ser muy probable en zonas rurales, y por ello, el temor de una población que, aunque ha mermado en cuanto a las cuestiones de creencias, sigue siendo razón suficiente para que al mínimo contacto con estos seres, el mecanismo de defensa lo activemos nosotros.
Es importante entender que no todos los animales son perritos y gatitos, que hay muchos, pero muchos más allá afuera que son importantes para nosotros y el ecosistema donde vivimos, entender que no todas las serpientes son venenosas y que no es necesario eliminarlas puesto que ellas no buscan mordernos sólo porque sí, con esto no digo que debamos tomarlas a la ligera, lo ideal es no entrometernos con ellas, conocer y aprender qué hacer en estos caso, buscar a los profesionales en el tema y respetar sus espacios porque es bien sabido que como humanidad hemos invadido más allá de las fronteras que los diversos sistemas ecológicos nos brindaron.
Las serpientes son animales carnívoros, se alimentan de insectos, anfibios, mamíferos como roedores, aves, otros reptiles incluidas otras serpientes, por lo que esto las coloca en la cima de las redes tróficas o cadenas alimenticias, una excelente aliada para controlar aquellos roedores que pueden consumir y alimentarse de los cultivos (por eso habitan este tipo de ecosistemas, porque ahí están sus mejores presas), a este tipo de relaciones de depredador presa, lo podemos agrupar en un efectivo control biológico de muchos consumidores primarios. En este punto tomaremos la información con cuidado y es importante que conozcamos también el por qué existen varios predios o instalaciones de manejo de vida silvestre (PIMVS), ya que desde hace tiempo, nuestra cultura y tradición nos ha llevado al consumo de este tipo de animales (y muchos otros) a tal grado de que es imposible erradicarlo. Ponemos como ejemplo las prendas de vestir hechas con piel de serpiente, el consumo alimenticio de las mismas, las creencias tradicionales de los poderes milagrosos, e incluso el coleccionismo y conservación de diferentes especies y la selección artificial para crear nuevas variedades de las especies ya existentes; sin la existencia de diversas PIMVS, estos servicios ecosistémicos no podrían solventarse y seguramente más de una especie ya no existiría en nuestros días.
Hoy en día aún hay muchas prácticas que atentan contra la vida de estos queridos animales, la quema de terrenos de cultivo hace que se hayan encontrados restos calcinados, el desconocimiento y la no divulgación de la información de las especies de riesgo y qué hacer si tenemos un encuentro con alguna de ellas, el miedo colectivo, y lamentablemente, me ha tocado escuchar que hay quienes se enorgullecen de exterminarlas con distintos tipos de herramientas y/o armas.
Por todo lo anterior, es importante que podamos seguir dando divulgación y difusión en pro del conocimiento de este tipo de animales que contrario a lo que parecen, son más vulnerables de lo que creemos, es importante que aprendamos a volver a sentirnos orgullosos de nuestros animales ancestrales, no sólo del ajolote o del xolo, sino también de las diosas de dioses, de los dioses del viento, de la cultura, de la dualidad del hombre físico y espiritual, y más. Sintámonos orgullosos de un ícono de nuestro lábaro patrio, de nuestra tierra y de nuestra historia, y que ¡viva México y el significado del mismo!
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