Por Gandhi Vázquez
Luego de un mes en el que como todos en esta vida pasamos por alguna situación que nos detiene un poco, he vuelto a escribir un poco sobre algún tema que me gusta compartir con todas y todos ustedes.
El día de hoy hablaremos sobre una especie de animalito que me parece extraordinario, y no sólo a mí, sino a muchas otras personas que se dedican a la investigación y a ampliar el conocimiento a través de la práctica científica, conservación, divulgación y demás. La especie protagonista se llama Danaus plexippus, comúnmente conocida como mariposa Monarca, y que el nombre y apodo contienen una serie de explicaciones históricas interesantes; su nombre científico deriva de uno de los reyes de Egipto que fue nieto de Zeus, ¿griegos en Egipto?, sí, aprovechamos para contar también que mucha de la mitología griega fue introducida a otras naciones con el objetivo de ampliar creencias y religiones, alguno de esos personajes fue Dánao, otra vertiente apunta a que es una versión masculina de Dánae, la nieta del rey ya mencionado; en cuanto a la especie, proviene de Plexipo, el hermano mellizo de Dánao, estos dos nombres en conjunto y con sus significados con nombres de origen del idioma griego dan el nombre de el “auriga griego”, es decir, la persona que conducía un vehículo jalado por dos caballos, como aquellos que aparecen en las películas de la era de los imperios grecorromanos, Gladiador, por ejemplo. No fue hasta 1800 aproximadamente cuando el entomólogo Samuel Hubbard le adapta el apodo de monarca, ya que como lo menciona después de varios estudios, se había demostrado que abarcaba grandes extensiones territoriales.
Una Monarca que expande sus dominios más allá de las naciones a través de una impresionante migración de miles o millones de ejemplares, con un viaje tan increíble que les permite llegar a México en la estación otoñal después de recorrer una distancia de casi 5,000 kilómetros, todo para sobrevivir ante las inclemencias del frío en el periodo invernal.
Las mariposas monarca ponen los huevos en una planta llamada algodoncillo, cuyo género es el de las Asclepsias, esta planta es el único alimento de las larvas, por lo que es de vital importancia su conservación, sin ellas, el ciclo de vida de la mariposa se vería interrumpido como se ha visto en los últimos años por el uso excesivo de herbicidas y la deforestación o pérdida de hábitat, a pesar de todo ello, autoridades tanto estadounidenses como mexicanas, no han realizado acciones efectivas para frenar el descenso numérico de algodoncillos y por lo tanto (y muy grave y drástico) el de la mariposa monarca. Pero regresemos al ciclo de vida, ya que una vez que la mariposa pone los huevos en las plantas, éstos eclosionan en forma de larva, unos gusanitos transparentes que lo primero que hacen es comerse la cáscara del huevo y comienzan a alimentarse de las hojas del algodoncillo sobre las que nacieron. Para evitar que exista una competencia entre larvas, la mariposa hembra coloca un huevo por hoja de la planta, así repite el proceso entre 300 y 500 veces.
Las larvas que nosotros conocemos como orugas comen hasta saciarse durante dos semanas, su único trabajo es comer y excretar, por lo que en esta etapa son muy vulnerables, de aquí sus colores, amarillo y negro que sirven para prevenir a los depredadores sobre su contenido tóxico, porque, ¿creían que comer algodoncillo no servía de nada? Gracias a alimentarse de estas plantas, adquieren un compuesto llamado glucósido cardiotónico, que afecta principalmente el tejido cardiaco, más si los depredadores abusan de su ingesta. Una vez que el cuerpo de la oruga alcanza la energía suficiente, entra en un estado de latencia, metamorfosis, protección y transformación, a través de la formación de una pupa que reabsorbe sus órganos y forma las nuevas estructuras ya de la mariposa; su coloración también atiende al mismo mecanismo de defensa que las orugas, una advertencia para sus depredadores, que en la mayoría son aves y ratones, sin embargo muchos de ellos tienen ciertas resistencias antes sus toxinas y otros más han aprendido que en los músculos del tórax de las mariposas, se encuentra menos concentración de los glúcidos cardiotónicos. Pero ahora las mariposas tienen otra estrategia que antes no, vuelan, las mariposas que se formaron, son nacidas para volar.
Dependiendo de la época en la que completen su metamorfosis, es el comportamiento del grueso de las mariposas, si es en primavera e inicios del verano, se dedicarán de nuevo a reproducirse, pero, si es a finales de verano o inicios de otoño, estarán listas para emprender el vuelo antes de que el frío invierno azote su estancia y con ello también la vida de cada una de ellas.
Cuando comienzan a acortarse los días y el frío es más presente, desde los bosques de Canadá y el norte de Estados Unidos, comienzan su travesía hacia el sur, hacia México. Esta generación de mariposas es distinta a las que vendrán en el tiempo pasado el invierno, ya que vivirán entre 8 y 9 meses y serán capaces de alcanzar los bosques del centro de México e incluso reproducirse nuevamente, además de que siempre son capaces de llegar siempre al mismo sitio donde sus predecesores llegaron, esto aún se sigue investigando (y se seguirá) pero se sabe que todos los patrones de vuelo son heredados (otro apunte, la herencia viaja a través de los genes, del ADN, no se enseña, los padres de las migrantes seguramente ya habrían completado su ciclo vital), se basan en ritmos circadianos y principalmente en la posición del sol todo eso usando las antenas como órgano vital. Y aunque siempre han llegado a México, también ha habido ya casos de mariposas que llegan a la isla de Gran Bretaña y a España desde hace ya unos años, claro, las generaciones hijas repetirán el mismo viaje.
Cuando llegan a los bosques mexicanos, las mariposas hibernan. Es momento de contarles que esta generación que migra, es considerada la cuarta y en ocasiones la tercera generación, ya que la primera comienza una vez éstas regresan al norte. Las mariposas que hibernaron, reactivan su actividad y comienzan el regreso a casa, se detienen en el norte de México y el sur de Estados Unidos, esta generación es la primera, aquí pasan mas tiempo, las condiciones lo permiten, una vez completadas las metamorfosis, vuelan al centro de E.U. donde nace la segunda generación de mariposas, finalmente, una vez llegando a su lugar de distribución que son los bosques del norte de América (E.U y el sur de Canadá) nace la tercera generación. Como les comenté al inicio del escrito, si nacen a tiempo vuelven a reproducirse y ahí nace la cuarta generación lista para resistir los kilómetros que les esperan, pero, si por el contrario el nacimiento y metamorfosis se retrasan la tercera generación es la que llegará al sur a hibernar.
Sin duda alguna las grandes migraciones son muy interesantes, pero el hecho de pensar en un animal tan delicado y aparentemente frágil que viaja durante días enteros, que resiste inclemencias climáticas y que viven precisamente para perpetuar la especie y no morir en el invierno es impresionante. Imaginen realizar todo ese sacrificio para que, al llegar a su destino, no puedan encontrar refugio ni dónde poder pasar el invierno, eso mismo ha sucedido en nuestro país, en el supuesto santuario de la mariposa monarca en Michoacán, atacado por intereses económicos y sin defenderse y que, al contrario, ha dejado más víctimas que sólo las mariposas y en el sur de California. Cuidar el hábitat es importante, hemos aprendido que los ecosistemas fluyen y que todas las partes necesitan una de la otra, sin algodoncillo no hay larvas, sin larvas no hay mariposas y merman la población de una especie que hasta hace poco bajó su población en más de un 80% y nadie hizo algo.
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