Por Liliana Becerril Rojas
Entre la paz y la simulación hay una diferencia abismal. La paz es un punto de equilibrio que se logra mediante la disposición a encarar las situaciones críticas y los conflictos tanto intrapersonales, como interpersonales, con el objetivo de llegar a un acuerdo que sea conveniente para todas las partes y que ofrezca condiciones para un desarrollo integral.
La simulación, por su parte, es pretender que, con no hablar de temas difíciles de abordar, desaparecen. No se habla de religión, de fútbol o de política, porque los apasionamientos ciegan a los fanáticos y no son capaces de escuchar razones, de cuestionar sus creencias y de considerar otras opciones. Sin embargo, resulta importante hablar de religión, de fútbol y de política, porque forman parte de nuestras esferas de vida, pues tiene que ver con nuestra concepción del mundo, con la capacidad que necesitamos para ser incluyentes y tolerantes frente a lo que no conocemos o no entendemos, para atrevernos a ser cuestionados y a cuestionar lo que necesitamos comprender.
La paz no es un milagro que debamos esperar, es un estado que podemos construir día con día, contribuyendo con nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos, con quienes conforman nuestro entorno próximo, con quienes nos relacionamos por temas de trabajo, escuela, la participación democrática, la fe y la diversión, para que nuestra dinámica social sea abierta, incluyente, tolerante y flexible.
Sin duda, es indispensable saber cuándo una convicción se convierte en una obsesión. En qué momento la búsqueda de justicia se torna en actos de venganza. Cuál es la línea divisoria entre buscar el bien común y pretender detentar el poder para sujetar a todos a una ideología dominante. Pero esto no es posible establecerlo si no somos capaces de aceptar que existen discrepancias que deben ser resueltas, que quizá existen heridas, que hay rencores y situaciones personales no resueltas que proyectamos en otras personas y en situaciones específicas.
Hoy vemos la violencia en diversos entornos, tanto regionales como a nivel mundial, proviene de la incapacidad de dialogar, de abrir espacios de acuerdos y de imponer decisiones a través de las relaciones de poder.
Lograr la paz requiere más valor que dar rienda suelta a la violencia. #TlaxcalaMásGrandedeloqueCrees
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