Por Gandhi Vázquez

Estamos en abril, uno de los tres meses que conforman la primavera y que, sin duda es una de las estaciones más vistosas por los colores que decoran el ambiente y lo mejor, que provienen de una perspectiva natural. Además de ello, existe una gran variedad de frutas, de flores, de olores y sabores que disfrutamos como un servicio que los ecosistemas “ofrecen” para nosotros. Pero a veces gozamos de todos estos beneficios sin preguntarnos de dónde, por qué, o mejor aún, quiénes son aquellas que trabajan día a día para que encontremos una enorme biblioteca de productos naturales, en esta ocasión nos vamos a enfocar en la última incógnita: quiénes.

No cabe duda que el esfuerzo de las protagonistas de este día está infravalorado, e incluso, a veces ignorado por gran parte de la población, pero, comencemos con su descripción; son pequeñas, y pertenecen a la clase de los insectos, dentro de un orden llamado himenóptera cuya palabra proviene del griego hymen, “membrana” y pteron, “ala”, es decir tienen alas membranosas, comparten este orden con las hormigas, tienen el cuerpo cubierto de pelos, a pesar de que conocemos unas cuantas especies, muchas de ellas son bicolores, son trabajadoras, organizadas, con un sentido de la orientación más que perfecto, son las abejas.

Las abejas y abejorros, son parte de una organización taxonómica llamada Antophila, cuyo significado es hasta romántico, “que aman las flores” (anthos, “flor” y philein- filos, “amar”), y que se conforma con más de 20,000 especies conocidas  encontradas en casi todo el mundo, excepto en la Antártida, ya que necesitan de su alimento, el polen para las larvas y el néctar para obtener energía. En este punto, es en donde la “magia” sucede, la naturaleza de los ecosistemas hace que todo se conecte entre sí, con redes y cadenas, con puentes y cruces que van, paso a paso, dando forma a las diversas estructuras de nuestro planeta a través de vastos procesos, uno de ellos, importantísimo, la polinización.

Cuando las abejas realizan una actividad tan aparentemente simple como alimentarse, están dando origen a diversos productos propios de la reproducción de las plantas. Las plantas tienen muchos tipos de reproducción, pero uno de ellos es la sexual, aquella en la que un gameto masculino (en los mamíferos como nosotros, son los espermatozoides, en las plantas, es el polen) se une con un gameto femenino (tanto en plantas como en humanos es el óvulo) aunque realmente tanto el polen como el óvulo de las plantas, son las localizaciones de los gametos, pero eso lo podemos hablar en otra ocasión. Al momento en el que las abejas buscan su alimento, es inevitable pensar en la estructura anatómica de las mismas, pondré énfasis en el tórax, que se divide en tres segmentos, en donde se encuentran los tres pares de patas y los dos pares de alas, las patas del frente, el primer par, sirve para limpiar las antenas, y en varias especies las patas traseras de las hembras tienen canastas para transportar el polen. También es importante saber que están cubiertas de pelos como lo escribí al inicio.

Si en algún momento quieres entretener a unos niños con un globo, seguramente lo has frotado con tu cabello haciendo que éste se quede “pegado”, a este fenómeno se le conoce como electrostática, bueno, los pelos o vellosidades que recubren el cuerpo de las abejas, ayudan a que el polen se adhiera a su cuerpo y con sus patas van llenando las canastas que tienen en la parte trasera, una vez realizado el trabajo en una flor, pasan a la siguiente, y aunque existan distintas especies de plantas, la mayoría de abejas tienden a ocuparse primero de una especie y después de alguna diferente, esto a causa de sus órganos olfativos que relacionan a una misma flor, por cierto, huelen por las antenas, de ahí la importancia de limpiarlas con sus patas delanteras, y a sus órganos de la vista, ya que las abejas sí pueden identificar colores de tonos azules y amarillas puesto que no distinguen los rojos pero sí los ultravioletas, y las plantas tienen varios pigmentos que reflejan esa luz, haciendo con esto un “llamado” a las abejas que sobrevuelan las área de vegetación, además, las abejas sólo pueden ver los colores a una velocidad máxima de 5 km por hora.

La maquinaria de las abejas como estructura social e individual y la “magia” que realizan en el proceso de la polinización, es de mucho estudio y de mucha importancia, se estima que al año la polinización por insectos se valúa entre los 250 y los 550 mil millones de dólares en el mundo, siendo no sólo de importancia ecológica sino económica. Desafortunadamente, la sobreexplotación de los recursos naturales incluidos los agrícolas, han hecho que se intensifiquen los tratos químicos en los procesos, haciendo que en los últimos años la población de las distintas especies de abejas se reduzca considerablemente, es real que dependemos en cierta medida de la capacidad de ellas para obtener recursos, pero también somos nosotros como población quienes estamos terminando con su vida, con sus ecosistemas, sus hábitats y su magia.

Te invito a leerme los días 10 de cada mes. No te olvides de visitar mis redes sociales.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *