Por Darth Mortus

El mes pasado terminamos cuando finalmente tuve un acercamiento real con el diablo y su filosofía, me mostró su camino pero me correspondía a mí caminarlo solo, ya que el resultado dependía completamente de mí, además de que es un camino que se recorre durante toda la vida, mientras sigas apegándote a tus propios ideales y convicciones.


Después de que tuve una visión un poco más clara sobre el satanismo al que me estaba acercando, entendí que este no trataba sobre adoraciones al oscuro y promesas vacías de eternidad después de la muerte, era más sobre experimentar todo aquello que nos hace humanos, y dado que la iglesia explica que todo lo que es de dios trata sobre el alma y la obra del diablo es la carne, y nosotros somos carne, era entregarse al diablo de una forma simbólica.


Al terminar de leer “Rituales satánicos” por fín sentía que mi mente podía encajar en un lugar, que las ideas que tenía con respecto a la religión (o a la falta de ella) no serían juzgadas, sino alentadas, incluso celebradas y que me abriría las puertas a otros conocimientos que encontraría fascinantes, pero me estoy adelantando un poco a lo que pasó.


El libro que compré, a diferencia de los otros que tenía y tocaban estas mismas temáticas, no lo terminé de leer en un corto periodo de tiempo, lo leí con paciencia haciendo un esfuerzo muy grande para entender cada una de las ideas que en ellas se plasmaban, y aunque incluía algunos rituales, todo era importante dada la naturaleza de este nuevo conocimiento.


Había mencionado que el camino a recorrer iba a ser complicado, lo cual empezó inmediatamente después de que decidí a dejar la religión fuera de mi vida, pero esto era más fácil de decir que de hacer, ya que si recuerdan, relaté que durante toda mi existencia
había crecido rodeado de la religión, estuvo ahí presente desde que nací, incluso formaba parte de mi nombre de nacimiento, y que seguiría ahí durante un corto pero, muy difícil tiempo.


Desde el momento en que yo me declaraba ateo hasta que realmente lo fui pasó aproximadamente un año, probablemente un poco más, el cual tuve que luchar contra alguien que no pensé se resistiría tanto, tenía que enfrentarme a mí mismo y a mis pensamientos, tenía que liberarme de aquellas ideas que tenía tan arraigadas sobre la iglesia y su existencia alrededor de mi vida, era como si me desintoxicara pero era mentalmente, y sería igual de violento.


Decir que dejaba la religión creó un conflicto mental muy fuerte dentro de mí, ya que había aún una renuencia a dejarla de forma definitiva, y algunos podrían decir que tenía un conflicto de fe, incluso que dios de alguna forma estaba luchando por mi alma, yo lo describo como un proceso de desintoxicación, mental por supuesto, pero que durante todo el tiempo que viví este proceso, estaba confundido y temeroso.


Otra de las filosofías que me encontré, y más que encontrar, me topé con ella, fue el existencialismo, y el encuentro fue arrollador, ya que una vez empezado el proceso de dejar la religión muchas dudas surgen a raíz de todo esto, una de las principales y más decisivas era mi lugar en el mundo, me quedé sin propósito y el rumbo que llevaba era muy incierto, ya que dentro de las religiones tu rumbo como persona está decidido por el plan de dios, un plan que no todos entendemos pero que está ahi, que funciona de maneras misteriosas y
en el cual tienes que tener fe, y dejando esas ideas de lado, me quedé sin rumbo y sin respuestas: Si no existe dios, ¿cuál es entonces mi propósito en la vida? ¿Quién me creó? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Hay algún poder más grande que habita en el universo? ¿realmente estamos solos en el universo? y otras preguntas similares a estas.

Afortunadamente, así como las preguntas aparecían, el existencialismo estaba ahí para responderlas, respuestas que no eran definitivas y que por mi corta experiencia y edad resultaron ser un poco desesperanzadoras, pero que al final, sirvieron para darme un propósito y formarme como persona.


Este proceso de vacío y cuestionamiento, fue una etapa que cómo ya había dicho me definió como persona, y dejó una profunda huella en mi forma de pensar y de cómo veo en general la vida y mi propósito en ella, el cual es el que yo decida, sin cuestionamientos, sin
ataduras o las que yo decida tener, sin doctrinas religiosas a las cuales seguir, ver la divinidad, en caso de que exista, como algo inalcanzable por el ser humano dada nuestra naturaleza, y que los dioses que creamos son a imagen y semejanza nuestra, que nos
representan y nos dan esperanza o paz, y en el caso de que existan seres con las cualidades que nosotros describimos como divinas, la existencia de nosotros como especie les resulta insignificante.


Una vez que se sentaron las bases del pensamiento que me forjarían la vida, estaba listo para declararme libre de la religión, y que similar a la vez que expresé mi idea de que dios no existía y lo dije dentro de una iglesia, me pronuncié como liberado estando dentro de una iglesia, más exactamente en el atrio de una, y fue por pura casualidad, ya que era mientras caminaba que pude decirlo y admitirlo, y resultaba que esta idea se me presentó estando cerca de la casa de dios. Bastante irónico.


Mi relato de cómo dejé la religión termina aquí, el camino que el diablo me enseñó al principio y que recorrí por mi cuenta me llevó a otro lugar al cual no pensé llegar o no esperaba vivir, uso al diablo como imagen y símbolo para todo lo que está dentro de mi
mente, y aunque mi ideología puede parecer un poco fatalista, desinteresada o desapegada, no lo es, creo firmemente en lo que alguna vez dijo Sartre, uno de los
personajes históricos y filósofos que han definido mi mentalidad: “el hombre está condenado a ser libre, ya que una vez en el mundo es responsable de todo lo que hace”.

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