Darth Mortus

A lo largo de la vida natural de las personas se nos enseña que existe el bien y el mal, lo claro y lo oscuro, la luz y la oscuridad, Yahveh y Lucifer, fuerzas que existen y que están en constante batalla por la supremacía. Y aunque esto no es del todo incierto, tampoco es definitivo, ya que estas entidades conviven entre sí e incluso pueden llegar a complementarse, algo de lo que no todos estamos conscientes, debido a que se sigue pensando en absolutismos, que no pueden mezclarse entre sí, que no existe un mal necesario.

Parte de este pensamiento dual surge de, principalmente, la hegemonía que la iglesia católica ha gozado durante mucho tiempo, y que en un esfuerzo de imponer y mantener su pensamiento por sobre todo y todos, ha realizado actos que no siempre pueden considerarse éticos, pero todo sea por mantener el orden, todo sea por el bien.

Uno de estos actos es la de prohibir a sus integrantes la lectura y posesión de libros, los cuales van claramente en contra del pensamiento cristiano tradicional, o en contra del gobierno, los cuales durante cierto tiempo de la historia eran uno mismo. La forma de expresar esta prohibición fue a través del Index Librorum Prohibitorum, el índice de libros prohibidos, una lista de obras literarias creada en el año 1564 y que todavía tenía vigencia en 1966, textos que la iglesia prohibía a sus integrantes porque en sus letras contenía ideas que no coincidían con la ideología católica, aunque en algunos casos no siempre fue así.

Mencionar a cada uno de los libros y autores sería muy extenso pero resaltaremos aquellos que, por su valor ya sea literario o científico, fueron ingresados en este índice.

Empezamos con uno no muy antiguo, personaje francés del siglo pasado y una de mis principales fuentes filosóficas: el filósofo Jean-Paul Sartre. Pero ¿cómo es que un premio nobel de literatura entra en esta temida lista? Las ideas de Sartre fueron en su momento fundamentales para entender el pensamiento existencialista que, en comparación con la ideología católica, pueden resultar un poco fatalistas, además de que plantea una existencia sin divinidad. Pero esta confusión nace a partir de no poder entender al autor en su totalidad, el cual explicaba que el hombre está condenado a ser libre, que tiene la libertad (y responsabilidad) de elegir sus propios actos, que su existencia precede a su esencia, además de afirmar que la idea de un dios era contradictoria.

Pasamos a unos de los libros y autores que han pasado a la historia por revolucionar el pensamiento científico y que su influencia se sigue sintiendo hasta la fecha: De revolutionibus orbium coelestium de Nicolás Copérnico, obra que planteó el modelo heliocéntrico, y que estaba en conflicto con el planteado por la iglesia: el geocéntrico. Poco se puede decir de esta obra y de su autor que no se haya dicho ya, solamente podemos agregar el hecho de que, si hubiera publicado esto en vida, le hubiera valido la excomunión, incluso la muerte.

Terminamos con un clásico de la historia universal, personaje clave para el desarrollo de la revolución francesa: Jean-Jacques Rousseau, que con su obra El contrato social sentó las bases para lo que se convertiría en uno de los movimientos de liberación más grandes vistos por la sociedad. Es principalmente con esta obra que sienta las bases para el pensamiento más allá de los gobiernos y de las religiones, los cuales mantenían al pueblo es un yugo del cual era necesario salir, les dio la libertad de pensar.

Es necesario señalar que la prohibición de libros no es algo que se da exclusivamente en el catolicismo, ya que el islamismo también tiene un caso similar al prohibir Los versos satánicos, libro de un escritor indio y en el que habla sobre el Corán y Alá, el cual éste último no puede ser mencionado si no se tiene un contexto de divinidad antes. El caso se volvió tan grande que un líder musulmán decretó la muerte para el autor y todas las personas involucradas, dando como resultado la muerte de 3 los cuales fueron atacados brutalmente por fanáticos cumpliendo la amenaza. El autor vive ahora en Inglaterra bajo la protección del gobierno, y las autoridades musulmanas aún no han levantado esta pena de muerte, en el que incluso se dará recompensa a quien cumpla con ella.

Y tampoco olvidar la quema de libros organizada por los nazis en el año 1933, sentenciando obras que, en sus palabras, iban en contra del espíritu alemán.

Podemos encontrar ejemplos a lo largo de la historia de prohibición de lectura, ya sean llevadas a cabo por autoridades religiosas o gubernamentales, todas ellas con el propósito de mantener a sus adeptos ignorantes, sin conocimiento, pero sobre todo se hace por miedo, miedo de que esas personas piensen por ellos mismos, miedo de que lleguen a creer que pueden tener una vida sin limitaciones, miedo a que dejen de creer y cambien de dogma, y por qué no, que crean en su contraparte, en el oscuro, que crean que el camino de la mano izquierda es el indicado, el cual tiene muchas cosas menos fe, ya lo dijo Anton LaVey: “El satanismo exige estudio, no veneración.” 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *