• Las directoras de bandas comunitarias Yesenia Nevarez, Rocío Román y Leticia Gallardo participaron en la charla virtual que cerró el ciclo “Alas para las niñas y mujeres del mundo”
  • Se abordaron temas como los estigmas de género y el trabajo de sensibilización para erradicarlos al interior de las agrupaciones comunitarias

La visión comunitaria ha favorecido la equidad de género en las bandas, orquestas, ensambles y coros comunitarios porque provoca una sinergia que involucra a todas y todos y rompe ideas que apuntan a que las mujeres no pueden tocar una trompeta, un trombón o una tuba, destacaron las directoras de bandas comunitarias Yesenia Nevarez, Rocío Román y Leticia Gallardo, durante la última charla del ciclo de conversatorios titulado “Alas para las niñas y mujeres del mundo”, organizado por las agrupaciones musicales comunitarias que coordina el Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM) dentro del eje de acción Semilleros creativos del programa Cultura Comunitaria de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

En este diálogo, que cierra el ciclo “Alas para las niñas y mujeres del mundo”, organizado por las agrupaciones musicales comunitarias para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y que se mantendrá en el canal oficial de YouTube de Fomento Musical y en el sitio Contigo en la distancia (https://contigoenladistancia.cultura.gob.mx/), las tres instrumentistas y directoras de bandas comunitarias relataron que los estigmas y retos que ellas sortearon al inicio de su carrera musical (en los años 90) no son los mismos de la actualidad, pero que sin duda hay aún muchas cosas por hacer.

A decir de Yesenia Nevarez, directora de la Banda sinfónica comunitaria Francisco I. Madero de Ciudad Juárez, Chihuahua, “Escuchar frases que dicen ‘para ser directora de una banda sinfónica tienes que ser bien macha’; o ‘las niñas no tocan el trombón’; ‘no aguantan la tuba’ o ‘no tienen pulmones para sonar una trompeta’ te hacen dudar en principio, pero también te motivan a seguir adelante y a confiar en ti”.

Por su parte, Rocío Román, directora de la Banda Comunitaria K’eri Tinganio de Tingambato, Michoacán, relató que su acercamiento a la música fue de la mano de su padre, quién después de sus labores en el campo la ponía a ensayar la escala musical junto con su hermana; después, “Con el maestro Eliseo Cortés aprendí a tocar el clarinete y tomar clases de solfeo. La trompeta era un instrumento que por su forma me llamaba la atención, pero no era muy usual que las niñas lo tocaran, mi papá me persuadió para que eligiera otro, así elegí el clarinete y me gradué en el Conservatorio de las Rosas”.

Leticia Gallardo, directora de la Banda “Mujeres del viento florido” de Tlahuitoltepec, Oaxaca, comentó que inició muy pequeña porque su papá fue promotor de la fundación de la banda de su comunidad. “En los años 80 los maestros consideraban que, para no lastimar nuestros pulmones, las niñas debíamos tocar clarinetes, oboes o flautas. Yo elegí el clarinete porque así lo marcaba la época. Hoy con mucho gusto veo como mujeres de mi generación o más jóvenes son excelentes trompetistas, tubistas y trombonistas que han tocado en eventos antes impensables para las instrumentistas como son fiestas patronales o La Guelaguetza”.

Las tres directoras coincidieron en que faltan muchas cosas por hacer en cuanto a la equidad de género en la música, pero que en las agrupaciones musicales comunitarias que ellas dirigen, la comunicación y cercanía con los padres y madres de familia, así como con las alumnas ha permitido romper con algunas ideas que limitaban a las mujeres dentro del quehacer musical.

Rocío Román comentó que actualmente varias niñas de su agrupación son líderes de las secciones de aliento-metal pero que aún hacen labor de convencimiento con otras y con sus papás, ya que llegan con la idea de que los instrumentos tienen género. “Cuando les presentamos un trombón como opción se muestran reacias en principio, por lo cual tenemos que explicarles que no es así. Nuestro modelo de educación musical comunitaria (que rige a todas las agrupaciones comunitarias) prevé un trabajo colegiado que prioriza el desarrollo artístico de las y los integrantes de la banda, pero también provoca una sinergia que involucra a toda la comunidad (las y los maestros, alumnos y madres y padres de familia) en el desarrollo de la agrupación y en temas que nos competen a todas y todos como es la igualdad de género”.

Por su parte, Yesenia Nevarez apuntó que el modelo de educación musical comunitaria reconoce que tanto niñas como niños tienen las mismas capacidades en la música; que, con disciplina, constancia y estudio el talento brillará sin favorecer a nadie por ser niña o niño.

“Aunque aún prevalecen en la sociedad prejuicios sobre que cuales instrumentos son para mujeres y cuáles no; o que para ser directora de banda hay que ser muy ‘macha’. Creo que en las agrupaciones musicales comunitarias poco a poco se han diluido esas ideas y más niñas están interesadas en tocar un corno o trompeta y en dirigir y ejercer un liderazgo sin miedo”, subrayó.

La directora de la banda “Mujeres del viento florido” de Tlahuiltoltepec, Oaxaca coincidió con sus pares de Michoacán y Ciudad Juárez, Chihuahua, en cuanto a que la visión comunitaria ha favorecido la igualdad de género, pero también fue enfática al sostener que este tema debe hablarse de manera habitual, no solo a ratos; y que las mujeres deben generar las condiciones y abrirse oportunidades sin esperar que las volteen a ver.

“Hoy debemos trabajar no solo porque las mujeres tengan una mayor participación dentro del quehacer musical, también para dignificar la enseñanza musical comunitaria y así buscar su reconocimiento oficial, tenemos que abrir más espacios de enseñanza para que las y los niños de las comunidades no tengan que viajar necesariamente a las grandes urbes a estudiar música”, concluyó Gallardo.

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